sábado, 4 de noviembre de 2017

ESPECTADORES

A veces es muy fácil confundir entre aceptar y conformarse. Aceptar es fruto de un aprendizaje, de ese que tiene por único fin conseguir la felicidad, sin enfrentarse a falsos gigantes ni a obstáculos que lo único que consiguen es impedir que veamos nuestro destino, aquello que debe ser la realidad de un sueño cumplido.

Ser espectador no es ver los toros detrás de la barrera, tan solo es no ser ni toro ni torero. Es mirar al mundo con una sonrisa  y con algo de sarcasmo. Evitar la primera línea por entender que la vida es tan solo un instante y que no merecen las guerras de guerrillas basadas en algo tan fugaz como la propia historia.

El espectador no es un mirón, es aquel que observa y se enriquece con lo bueno y elimina todo lo que no puede llevarle a la felicidad del momento, del instante preciso en el que el presente se convierte en verbo conjugado más allá del infinito. Espectador es ser protagonista de su propia vida sin interferencias en las de otros ni ceder en la interrupción de la propia. El espectador ve la vida y la analiza, la asimila y la transforma en su interior porque su fin último es la razón de su existencia, de dar respuesta al porqué de su vida y darle rienda suelta a los sueños cuando el amanecer aprieta y la luz se cuela entre las rajas de una persiana que precisa de más de un arreglo.
Su riqueza se fundamenta en ser la mayoría, esa que hoy en día llaman silenciosa, durmiente; esas personas que no utilizan la pancarta como bandera, ni las banderas como signo de identidad. Somos la mayoría, los que pagamos por ver el espectáculo y sin embargo los que entran en la pista cobran de nuestro deseo por estar presentes en eso que ellos llaman la vida comprometida.

Que equivocados están y que cortos de mirada cuando no pueden ser evitados de la fotografía de sus propios desechos. No entienden que no hay mas compromiso que el de la vida y en definitiva honrarla con la felicidad y no con peleas absurdas para reivindicar el origen de unas piedras o probar quien fue el primero en salir de las trincheras.

Como decía al principio, no es lo mismo aceptar que conformarse,  la vida se toma como llega porque es más sabia que cualquiera con cien carreras, distinto es no querer más de la vida y de su existencia.

No es lo mismo aceptar un beso que conformarse con un solo beso.




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