Dicen que después
de la tempestad llega la calma, que el día de después es de resaca tras el
abatimiento de los sucesos. A pesar de contar con la paz de las víctimas, con
el dolor aún vivo de su sufrimiento e imágenes que destrozan hasta al mas duro
de los corazones; como decía a pesar de ello, no es un día de calma y ni mucho menos de tranquilidad.
Después de haber
visto la cara de los asesinos, de personas sembradas con la semilla del mal,
ahora llegan otras caras, que si no matan con las armas o con furgonetas son
capaces de hacerlo con la palabra. Son los “iluminatis” de la conspiración, del
odio; del deseo de venganza y no de la justicia aunque se presenten en el mundo
como los auténticos poseedores de la verdad y la certeza de los conceptos. Son
todos aquellos que tienen al odio por bandera, que piden la expulsión de los
musulmanes como ya se hizo en el Siglo XV al igual que sus cabezas llenas de
involución, que se quedaron en ese siglo o incluso antes y sin evolución
posible, rinden homenaje a triunfos del pasado y glorias ajenas, porque al
igual que aquellos que siembran el terror, piensan que cualquier tiempo pasado
siempre fue mejor.
Estos hablan de
expulsión y los otros de volver a recuperar lo que fue de sus abuelos, ni que aquí
estuviesen éstos o mejor dicho tatarabuelos o mas lejanos parientes, para
dictar testamentos y dejarles en herencia lo que nunca fue de nadie, sino mas
bien de todos.
Asco me dan
todos estos, que llegan como alimañas carroñeras en los momentos de mas dolor,
para hacer ondear sus banderas de la liberación y sus dogmas de lo propio, que
no es mas que una muestra de su cobardía y miedo por lo extraño.
Hoy tengo ganas
de vomitar por partida doble, por los asesinos y por los que no ven más que
demonios en sus propios pensamientos. Hoy firmo con mi rostro asumiendo todos
el riesgo y responsabilidad por mis palabras, porque como muy bien se gritó
ayer en mi amada Plaza de Catalunya: “JO NO TINC POR” #manuylavida
MBS
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