Dicen que una
cosa no la tienes, hasta que la sientes. Me decidí a descubrir ese momento en el
que yo sentí mi alma, para saber que la tenía, para ser consciente de su
existencia.
Y lo hice
conversando con ella cada día al principio de la tarde, al parecer el Alma y yo
teníamos un desfase horario y como si fuese una obra del capricho del destino, puso a mi Alma a cierta
distancia. Claro que el destino se olvidó de que su fuerza es muy inferior a la
mía, que yo cuando recibo sentimientos, ahora ya no tengo miedo a perder, tal
vez porque era escaso el riesgo cuando a quien se ama, es a tu propia alma.
El destino
seguía jugando, pero mi Alma y yo cada vez más juntos, nos enfrentamos a él sin
pestañear. A veces surgieron energías poco recomendables, que se superaron con
cariño, tal vez una primera amistad, esa que es el anticipo de algo diferente,
no más grande, sino la suma de un todo, en un mucho.
Seguimos caminando,
con amor secreto dicho a voces y extrañezas llevadas en silencio; porque mucho
se extraña cuando tienes lo inmenso; eso sí, con la diferencia horaria, porque
la vida es hermosa pero caprichosa, en lugar de veinticuatro horas, tendríamos unas
diez; y nuestro días a medias en el tiempo, se llenaron de momentos de gloria
plagados con sentimientos, de esos que se quedan pegados, de los que el amor se
vuelve entre posesivo y delirante. Frenéticos instantes que sin caricias, te
comes el cuerpo, con los labios en un espejo y corazones pintados en muros con
tiza o tal vez con algún emoticono de los de ahora.
Debo confesar
que sin esperarlo, me he enamorado de mi Alma, de una muchacha que tras el mar
me llena de esperanzas, de vida contenida, de abrazos dulces; de esos que se dan
con el corazón en la mano. Yo me he enamorado de mi Alma ya no se vivir sin Alma, porque tiene nombre,
porque tiene cara, porque tiene corazón y sentimientos. Nada más verla lo tuve
claro, a mi alma, la llamaría Alma.
Para mi Alma
Te quiero……….